Para que una planta medicinal pueda desplegar sus efectos beneficiosos en nuestra salud, es fundamental aplicar procesos que faciliten la transferencia de sus propiedades curativas al organismo humano. En la mayoría de los casos, consumir la planta medicinal seca y pulverizada no cumple cabalmente esta función. Además, el organismo debe realizar un gran esfuerzo energético para liberar y aprovechar estas fuerzas curativas de manera efectiva.
Cada planta medicinal es única, y esta singularidad se manifiesta en dos aspectos principales:
Apariencia física: El tamaño, la estructura (planta, arbusto o árbol), el color, la disposición de hojas, tallos, flores, frutos y raíces, y la presencia o ausencia de aromas son características distintivas de cada especie.
Composición química: Aunque la mayoría de las plantas están compuestas de agua, carbohidratos, lípidos, ácidos, proteínas y minerales, las combinaciones únicas de estos compuestos químicos dan lugar a una diversidad infinita de sustancias propias de cada planta.
Estos dos aspectos hacen que cada planta represente un ser individual en el que se manifiestan fuerzas naturales específicas. Son precisamente estas fuerzas atrapadas en las plantas las responsables de sus efectos beneficiosos para la salud. Sin embargo, para que estas fuerzas puedan actuar eficazmente en el organismo, es necesario liberarlas utilizando un método adecuado.
El medio líquido es el más eficiente para este propósito. En nuestro caso, empleamos una mezcla hidroalcohólica para crear el extracto o tintura madre. Este método permite que las fuerzas curativas naturales queden más disponibles para cumplir su función en el cuerpo.
Finalmente, para facilitar su administración, impregnamos estos extractos en un medio inerte, como el almidón, que luego encapsulamos. De esta forma, aseguramos una forma cómoda y efectiva de aprovechar los beneficios de las plantas medicinales.
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